jueves, 2 de abril de 2015

Reviso mi teléfono, no hay mensajes. Y cuando los hay, mi corazón se marchita cada vez mas cuando leo nombres que no te pertenecen. Me cuesta muchísimo no escribirte, pero sé que si lo hago no tendré respuesta. No quiero molestarte e interrumpir tu vida de cualquier modo, simplemente extraño hablar contigo.
No debería doler tanto, pero las expectativas estaban ahí. Me hiciste confiar que sucedería. Que ibas a estar aquí, al menos por un tiempo.
Me escuchaste. Quisiste saber todo de mí, incluso las partes más oscuras de mi alma. Te conté cosas que jamás le dije a nadie antes, y ni siquiera me di cuenta de lo fácil que era hacerlo hasta que te fuiste.
He tenido barreras durante mucho tiempo pero se derrumbaron el instante en que comencé a enamorarme de ti. Te dejé entrar y terminaste cerrándome la puerta.
Pienso en cómo tomabas mi mano, como si nunca hubieras querido soltarla. Y me sentía especial . Estoy segura que no pensaste nada de esto, pero yo sí.
Yo no estaba buscando el “para siempre”. No necesito ese tipo de compromiso. Pero me hiciste promesas.Hiciste planes para el futuro y comentarios acerca de mí perteneciéndote. Has roto mi alma con tus altos y bajos y ya no sé que pensar.
Mis pensamientos constantemente me conducen al día en que me dejaste y todavía no le encuentro el sentido. Ese es el castigo por tener una buena memoria.
Definitivamente, entregué mi corazón. Las expectativas que yo tenía frente a lo que estaba pasando eran muy altas de alcanzar. Pensé que estábamos en la misma página.